Liturgia Viva del Viernes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario

LOS HUESOS SECOS VIVIRÁN (Rut 1:1-2ab, 3-6, 14b-16, 22; Mt 22:34-40)

Introducción
    Contra el estrecho nacionalismo de los Jueces y de Ezra-Nehemías, el pequeño libro de Rut da un romántico e idílico ejemplo, en la misma Rut, por el que incluso los no judíos pueden integrarse en el pueblo judío. Rut figura incluso en la genealogía de Jesús.
    En la Última Cena Jesús dijo: “En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros.” Él está hablando no de cualquier clase de amor, sino precisamente del amor con que él mismo amó a sus discípulos, es decir, un amor que llega hasta el final, que no pone condiciones, que sacrifica todo si es necesario por los otros. Este es el amor calificado como “con todo el corazón, con toda el alma” y tan fuerte o más que el amor a sí mismo, del que habla el evangelio de hoy. Esta es una tremenda tarea para el cristiano; tarea que nunca acabará. ¿Es éste el tipo de amor que nos mueve?


Oración Colecta
Señor, Dios todopoderoso:
Tú envías hoy un mensaje de esperanza
a un mundo que está dividido
y que está luchando contra fuerzas deshumantes,
y también a una Iglesia que está confundida
y a veces desalentada.
Con tu gracia, llámanos sacudir nuestra cansada pereza;
sopla tu Espíritu de vigor y amor en nuestros huesos secos
para que la esperanza llene nuestros corazones
y el amor nos haga caminar
optimistas hacia adelante
a causa de aquél que vino para hacer todo nuevo,
Jesucristo nuestro Señor.


Intercesiones
  • Señor, tú que eres nuestra resurrección y vida, sopla tu Espíritu en nuestros huesos secos para que seamos una Iglesia viva en nuestro tiempo con el calor de tu amor.
  • Señor, reaviva nuestro amor por los desheredados y los que sufren.
  • Señor, renueva nuestras comunidades para que realmente sepamos servirnos sin reserva unos a otros
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos signos de pan y vino
revivimos la comida sagrada
en la que tu Hijo nos invitó
a amarnos unos a otros
como él te amó y nos amó.
Escribe estas palabras con fuego
en nuestros corazones y en nuestras obras
para que nunca las olvidemos,
sino que por su poder
nos renovemos interiormente,
a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo,
y marchemos a la tierra de las promesas,
donde tú serás nuestro Dios
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía nos has asegurado de nuevo
que tú estás siempre con nosotros
y que puedes dar nueva vida
a nuestros huesos secos.
Llénanos con el Santo Espíritu
de tu Hijo Jesucristo:
Que él ponga alas a nuestros sueños
de un mundo nuevo que respete la dignidad humana,
que hable de tus maravillosas obras
y que nos conduzca a tu nuevo cielo
donde todos van a alabarte
por los siglos de los siglos.

Bendición
    Hermanos: Abrámonos al Espíritu del Señor y que él aliente nueva vida en nuestros huesos, viejos y secos. Que nos dé vida.
    Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.