Comentario al Evangelio del
Queridos hermanos:
“De Dios nadie se burla” (Gal 6,7). Fue un dicho muy socorrido por los predicadores decimonónicos e incluso posteriores. Lo esgrimían como instrumento de temor y de lucha contra el pecado, contra el menosprecio del plan de Dios. Quizá se abusó de la expresión de Pablo. Y sin embargo no puede negarse la profunda verdad que encierra. Hay vidas logradas y vidas erradas, las hay gigantes y las hay de “subdesarrollados” en el peor sentido de la palabra; quien desprecia lo divino termina a veces despreciándose a sí mismo.
Sólo quien en su vida concede espacio a la transcendencia alcanza una estatura auténticamente humana; sólo quien mira más allá de las cosas llega a conocer las cosas. Hace algunas décadas cantábamos en España aquello de “¿qué nos importa toda esa gente que mira a la tierra y no ve más que tierra?”. El hombre, capacitado para ver mucho más allá de sí mismo, lleva consigo también el riesgo de encerrarse en lo caduco y de caer en el engaño de que para ser libre debe empequeñecer su horizonte. Y la calificación final es la otorgada al rey Baltasar: pretendió burlarse de lo divino, no respetar lo sagrado, y acabó sin peso ni estatura, enclenque y sometido a la decepción de la finitud.
El cristianismo fue capaz de crear al hombre del renacimiento y de la ilustración, hombre grandioso, descubridor de la propia autonomía, de las posibilidades de su razón, de su capacidad de dominar el mundo, y no necesitado de la tutela de lo religioso. Pero en este punto le falló la síntesis, y acabó por rechazar lo divino como estorbo a la madurez humana. Por ahí cayó con frecuencia en la vacuidad, cercenó su propio horizonte, y en él se realizó el dicho paulino: “si vivís según la carne moriréis” (Rm 8,13). A veces terminó burlándose no ya de Dios o de lo divino, sino de sí mismo; dio entrada al nihilismo. Cierto que, en la época que llamamos postmoderna y postcristiana, encontramos a veces admirables buscadores de sentido; pero junto a ellos abunda el hombre desengañado, privado de cualquier ideal más allá del disfrute inmediato e irreflexivo, el que ya no sólo no cree en Dios, sino que no cree en nada. A la humanidad líquida puede suceder la humanidad gaseosa, es decir, aún más inconsistente.
Pero todo esto tiene grados. Lo hay radical y lo hay superficial e irreflexivo. También el creyente aparentemente convencido puede acostumbrase a jugar con lo sagrado y a perderle el respeto, inconsciente de ser arrastrado por una corriente familiar o cultural adversa a la transcendencia, que le hace miope y empequeñece el perímetro de su existencia. ¿Valdrá para nosotros la advertencia de Jesús que hemos leído hoy de que los “enemigos” pueden estar más cerca que lo que nos imaginamos? Donde él dice “parientes y amigos”, ¿deberemos leer nosotros ambiente social y modas del momento? Acogiendo su llamada a la confianza (“no se perderá un cabello de nuestra cabeza”: Lc 21,18), percibamos también la necesidad de vivir en vigilancia, con sentido crítico frente a la surtida “oferta” de creencias e increencias que el momento histórico nos brinda.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

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Procopio
el 25/11/15


juan carlos
el 25/11/15


JOSEP-BCN
el 25/11/15
Saludos.


Susana Beatriz
el 25/11/15


Esmeralda
el 25/11/15
Te pido perdón por mis pensamientos que te ofenden Señor y Dios mio.


José Antonio
el 25/11/15


isidro
el 25/11/15


Adelio H.
el 25/11/15
¿Cuántas veces estamos frente a gente hostil que cuestiona nuestra fe, que ridiculiza nuestra devoción a los santos, a la virgen, a todo lo divino? Entonces vale acordarse lo que nos dice el evangelio de hoy: ”yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.”
Nada de lo que digan y hagan nuestros adversarios puede afectar nuestro amor, nuestra gratitud y respeto a lo divino.


juan francisco
el 25/11/15


Maria Prado
el 25/11/15


Pedro Aníbal
el 25/11/15
Lucas en su Evangelio nos describe lo que Jesús se refería, que por causa de su nombre, sus seguidores sufrirán traiciones hasta de nuestra propia familia, burlas y agresiones, pero no debemos asustarnos eso tendrá que pasar, y el final nos premiará con la vida eterna.


CARMEN N. V.
el 25/11/15


Rosario
el 25/11/15


paty hernandez
el 25/11/15
pues a quienes confiamos, esperamos y creemos que eres el hijo de dios nos cuidas con tu misericordia
y a veces los mas cercanos y queridos por nosotros son los primeros en perseguirnos juzgarnos por causa tuya mi señor, ya que has venido a traer la división entre las familias, pero bendito tu proceder mi señor
porque hoy nos dices que a quienes perseveramos en tu amor y adheridos a ti nada nos turne ya que no caera ningún cabello de nuestra cabeza si asi es tu voluntad. que maravilloso y fresco evangelio que después de 2000 años sigue sanando, liberando, conduciendo, orientando etc etc etc oh a ti la majestad, por los siglos de los siglos


Ezequiel
el 25/11/15


salvador Gomez
el 25/11/15

Alicia
el 25/11/15
Lo dice Jesús en el evangelio, sus seguidores serán perseguidos, acusados, sentenciados, así como Él fue también perseguido por causa de la Verdad. Pero El, promete estar con el que lo siga y crea en su p » ver comentario