Comentario al Evangelio del
Queridos amigos:
No, el reino de Dios, las cosas de Dios, no son cantidades despreciables. Ni son como materia desdeñable, bisutería, baratijas. Son lo más valioso. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, hay que venderlo todo. Recordamos el proverbio: «Quien quiere comprar a Dios y se guarda el último céntimo, es un tonto, porque a Dios solo se le compra con el último céntimo».
A esto se lo llama “el principio del todo” (G. Lohfink) o la norma de la totalidad. Los santos lo han vivido. Basta espigar unos pocos ejemplos: «mi Dios y mi todo» (San Francisco de Asís, y lema de los franciscanos); «ámalo totalmente» (Clara de Asís); «tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta» (Ignacio de Loyola, cuya memoria celebrábamos ayer); «Ya toda me entregué y di / y de tal suerte he trocado / que mi Amado es para mí / y yo soy para mi amado» (Teresa de Ávila); «A Dios toda la gloria, al prójimo toda la alegría, a mí todos los sacrificios» (María Bertila Boscardin).
¿Estamos dispuestos a vivir la economía del todo? ¿Nos asusta ese principio?
Vuestro amigo
Pablo Largo

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vilmam
el 1/8/12


manuel
el 1/8/12
Que Dios nos bendiga a todos.


Gustavo
el 1/8/12
Para comprar la pureza abandono el placer,dejo las pretensiones del cuerpo ( el mayor enemigo)
Mi mayor tesoro es la pureza de corazón, y me doy cuenta que las mujeres buscan en el hombre un corazón puro, ellas descubren un valor inmenso en esta pureza, aún sin darse cuenta.
Los hombres somos más tontos, buscamos más el placer que no nos da nada a cambio, y este nos confunde tanto, que creemos ver un valor en él.
Por la pureza de corazón dejo todo, hago voto de castidad, voto de pobreza,y de obediencia a la palabra de Dios, sin ser cura.
Un saludo
Gustavo


ciomie
el 5/9/12

Augusto
el 1/8/12