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San José y Navidad

Ron Rolheiser (Traducción por Carmelo Astiz, cmf) -
Son incontables las personas, basílicas, iglesias, santuarios, seminarios, conventos, e incluso pueblos y ciudades, que llevan el nombre de San José. Mi país natal, Canadá, le tiene como patrón.

¿Quién es exactamente este José?
Es esa figura silenciosa llamada de modo destacado, en la narrativa de Navidad, el esposo de María y el padre putativo de Jesús. Pero, después de eso, básicamente nunca se le menciona de nuevo. La gente piadosa lo describe como un hombre mayor, protector seguro de María, carpintero de profesión, casto y santo, humilde y callado, el patrón perfecto de trabajadores manuales, lleno de virtud anónima, la humildad misma personificada.

Pero, ¿qué conocemos realmente de él?

En el Evangelio de Mateo, es a José, más que a María, a quien se anuncia la concepción de Jesús: “María estaba comprometida con José, y, antes de vivir juntos, resultó que estaba embarazada, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apreció en sueños y le dijo:
 -José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo”.

¿Qué podemos aprender de este texto?

En parte, el texto es simbólico: El José de la historia de Navidad recuerda claramente al José de la historia del Éxodo, él también tiene un sueño, también va a Egipto y también salva a su familia. Además, el Rey Herodes es claramente el homólogo del Faraón egipcio: ambos se sienten amenazados y ambos asesinan a los niños varones hebreos, sólo para comprobar cómo Dios protege la vida de quien va a salvar a su pueblo.

Pero, después de eso, el José de la narrativa de Navidad escribe su propia historia: Se nos presenta como un hombre “justo”. Según los exegetas, esa denominación implica que José vive sometido a la Ley de Dios; y esta sumisión es el supremo estándar judío de santidad. En todos los aspectos es intachable, prototipo de bondad, que él demuestra en la historia de Navidad al rehusar exponer a María a la vergüenza pública, aun cuando decide divorciarla discretamente.

¿Qué pasó allí en realidad?

Éste habría sido el trasfondo, hasta donde lo podamos reproducir, de la relación de José y María: La costumbre tradicional del matrimonio en aquel tiempo consistía en que la muchacha, fundamentalmente en la edad de la pubertad, era otorgada a un hombre, por lo general algunos años mayor que ella, en un matrimonio concertado por sus padres. Los novios estarían prometidos, técnica o legalmente casados, pero sin vivir juntos todavía ni comenzar relaciones sexuales, durante varios años más. La ley judía era especialmente estricta en lo que respectaba a que la pareja permaneciera célibe durante el período de esponsales. Durante ese tiempo, la novia seguiría viviendo con sus padres y el novio se ocuparía de ir levantando una casa y de buscar trabajo para poder sostener a su mujer tan pronto como comenzaran a vivir juntos.

Precisamente, en esta fase de su relación estaban José y María, legalmente casados, pero sin vivir juntos todavía, cuando María quedó encinta. José, sabiendo que el niño no era suyo, se encontraba ante un dilema: Si él no era el padre, ¿quién lo era, pues? Para salvar su propia reputación, podría haber exigido una investigación pública y, de hecho, si hubiera acusado a María de adulterio, hubiera podido suponer la muerte de ella. Sin embargo, José decidió “abandonarla en secreto”, justamente para evitar una investigación pública que hubiera dejado a María en una situación difícil y vulnerable.

Entonces, después de recibir revelación en sueños, José se pone de acuerdo para tomarla en su casa como su mujer y para dar su propio apellido al niño. En parte comprendemos el significado de esto: José ahorra a María el disgusto y la vergüenza, da al niño su propio apellido y provee un lugar aceptable, físico, social y religioso, para el niño que va a nacer y habrá de ser criado adecuadamente. Pero José hace algo más que no es tan evidente: Nos muestra cómo un hombre puede ser piadoso y creyente, profundamente fiel a todo según su tradición religiosa, y sin embargo, al mismo tiempo, estar abierto a un misterio que sobrepasa su comprensión, tanto humana como religiosa.

Y éste era exactamente el problema de cualquier cristiano, incluso del mismo Mateo, en el tiempo en que se escribieron los Evangelios: Eran judíos piadosos que no sabían cómo integrar a Cristo en su sistema religioso. ¿Qué puede hacer uno cuando Dios irrumpe en su vida de manera nueva, anteriormente inimaginable? ¿Cómo aborda uno una concepción imposible? Veamos cómo intenta explicarlo el experto biblista  Raymond Brown: El héroe de la narrativa de la infancia es José, un judío muy sensible, observante de la Ley. … En José, el evangelista estaba describiendo lo que él pensaba que debería ser un judío (un genuino creyente piadoso) y probablemente lo que él mismo era.

Fundamentalmente, lo que nos enseña José es cómo vivir en amorosa fidelidad a todo lo que nos aferramos humana y religiosamente, aun cuando estemos abiertos a un misterio de Dios que nos transporta más allá de todas las categorías de nuestra imaginación y de nuestra práctica religiosa.

¿No es ése, acaso, uno de los retos permanentes de la Navidad?     
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