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Problemas eticos actuales de especial consideracion

Mª Luisa Morales Medina, Revista Sal Terrae 1092 -

PROBLEMAS ÉTICOS ACTUALES
DE ESPECIAL CONSIDERACIÓN

\"\"Los dilemas éticos que en la actualidad están abiertos son muchísimos e inabarcables.  Ello es debido, entre otras cuestiones, a que aproximadamente el 70% de los grandes científicos de la historia están con vida hoy, y a que, como afirma Diego Gracia, «en los últimos 25 años la medicina ha cambiado más que en los últimos 25 siglos.»  Como consecuencia de ello, se ha introducido una serie de temas totalmente nuevos que afectan sobre todo al comienzo y al final de la vida.  La respiración asistida; el nuevo concepto de «muerte cerebral», que permite diagnosticar como muertas a personas a las que aún les late el corazón; todos los soportes que contemplan las recientes Unidades de Cuidados Intensivos... han permitido medicar de un modo insospechado el final de la vida y hasta replantear la propia definición de muerte.  Aún más espectaculares son las técnicas desarrolladas por la biología molecular para manipular el comienzo de la vida: ingeniería genética, inseminación artificial, fecundación in vitro, transferencia de embriones, clonación, etc.

Antes de entrar en ellos, conviene tener muy en cuenta que el inicio y el final de la vida no son momentos puntuales, sino procesos continuos con saltos cualitativos -de emergencia o de desintegración- que hacen muy difícil la decisión ética.
Nos preguntamos, partiendo de casos concretos actuales: ¿se debe tener a una persona en estado vegetativo persistente, «enchufadas» a una máquina? ¿Hay que reanimar a un anciano que no desea vivir más? ¿Debe admitir la sociedad la existencia de «madres de alquiler»? ¿Qué pensar de la manipulación de genes con el fin de determinar la identidad de los sujetos? ¿Se debe experimentar con embriones sobrantes y crear nuevos para investigación de líneas celulares?... Estamos en unos momentos en los que hay que tomar decisiones, procurando mantenernos en un equilibrio responsable, que es en muchas ocasiones, como afirma Carlos Alonso Bedate, «el lugar donde se sitúa la verdad».  Todo discurso ético debe tomar como punto de partida las aportaciones científicas e instaurar una reflexión filosófico-ética, y en nuestro caso teológica, teniendo muy claro que no todo lo científicamente posible es éticamente aceptable.

EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA

\"\"En los temas de inicio de la vida humana, la discusión ética sobre el estatuto del embrió parece haberse calmado, pero sin ningún consenso.  En ella se plantea una cuestión ontológica fundamental sin resolver, que está incidiendo en otras cuestiones, y que puede expresarse en las preguntas: ¿Cuándo puede decirse que comienza la vida humana en el desarrollo embrionario? ¿Desde cuándo existe un ser humano o una persona?  Preguntas que, si bien es imposible responder cartesianamente, nos permiten la búsqueda de nuestro comportamiento moral.
Algunos piensan que comienza el derecho a la vida en la fecundación; otros en la anidación; algunos en la finalización de la organogénesis, y hay quienes afirman que el punto básico está en la «viabilidad», que es la capacidad del nuevo ser para poder vivir fuera del útero y que para el Derecho Romano se da con el nacimiento.  Existe un grupo de autores que aportan una argumentación sugerente y delimitan la realidad del nuevo ser por criterios relacionales.  Pero tiene sus objeciones, porque ¿acaso un ser humano que no tenga relaciones no es persona?

La Instrucción Dinam Vitae subraya que « desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien determinadas.»  Sin embargo, basándose en las aportaciones de la biología molecular, habría que afirmar que el individuo en su crecimiento necesita de la información materna, y no sólo de los nutrientes, para ser quien es.  En el proceso emergen entidades cualitativamente nuevas, que no están codificadas en su ADN, sino más bien en la red epigenética de interrelaciones celulares, que incluye -pero no está limitado- el genoma.  En resumen, el cigoto hace posible la existencia de un ser humano, pero no posee en sí y por sí mismo información suficiente para formar lo.  En el curso de la ontogénesis ocurren unos hechos que están fuera del control de su programa genético.  Ahora bien, el que el cigoto no tenga la capacidad por sí mismo de llegar a ser persona, no afirma que el embrión en sus etapas tempranas no tenga el valor ético atribuible a una persona.  Un valor que debe ser ponderado con respecto a otros.

Esta cuestión que hemos planteado es crucial; de su resolución dependen otros muchos planteamientos éticos o cuestiones morales.  Nos referimos a dos de ellas:

Las células de la masa celular interna (MCI) del blastocito (incipiente realidad humana: embrión, a los 6 u 8 días, de unas 16 células) son pluri potentes.  Ello quiere decir que tienen la capacidad funcional para generar cualquier célula del organismo vivo. Ahora bien, una célula de éstas nunca daría un organismo vivo, pues no puede generar las células de la membrana extraembrionaria.

Todos recordamos la polémica que suscitó hace un par de años con motivo de los millones de embriones que habían sido congelados como consecuencia del vacío legal en las técnicas de reproducción humana asistida.  Han sido una fuente de obtención de células para investigación.  El problema que se plantea en la actualidad es si resulta éticamente aceptable la creación de embriones como fuente para la investigación de líneas celulares.

La Técnica de Transferencia nuclear, conocida a partir de la aparición de la oveja Dolly, nos ha permitido crear un embrión denominado «somático», porque está constituido por el núcleo de una célula somática inoculado en un óvulo al que previamente se la ha extraído el núcleo.  Muchos pensaron que, al ser un núcleo de una célula somática, no podía dar lugar a un individuo completo, como es el caso de um embrión gamético.  Pero la realidad es que sí se ha obtenido un individuo completo de un embrión somático, y por ello habría que tratar al embrión somático con el mismo respeto que a un embrión gamético.

A ello se pueden argüir otras objeciones, por el posible peligro de explotación de las mujeres donantes, pues se puede ejercer sobre ellas una presión, persuadiéndolas y coaccionándolas para que sean fuente de ovocitos; igualmente, el uso trivializado de embriones, con la posibilidad cada vez mayor de su instrumentalización por reducción a simple material biológico.

Por otro lado, gracias a la Nueva Genética -que busca el conocimiento de los mecanismos de la herencia- empieza a poderse «tocar» el gen.  Con este suceso comienza la «manipulación genética» (manipulación: operar con las manos o cualquier instrumento); también se habla de «ingeniería genética» o, con una expresión más científica, de « técnicas de ADN recombinante», que son moléculas de ADN que provienen de distintas fuentes y que han sido artificialmente cortadas y empalmadas entre sí in vitro para formar una molécula híbrida de ADN que normalmente no se encuentra en la naturaleza. Éste es el nacimiento de la Terapia Génica, genoterapia, sustitución o reparación de genes defectuoso en células vivas hermanas.  Las dimensiones éticas de la terapia génica experimentan un cambio radical en el instante mismo en que, en vez de realizarse en células somáticas con vidas limitadas, se realizan en células germinales que pertenecen a linajes que son potencialmente inmortales.

El Prof.  Javier Gafo pensaba que los avances en la reproducción asistida y en la manipulación genética producen en muchas personas la sensación de vértigo, de penetración en mundos que sobrepasan nuestras capacidades; algunos afirman que « estamos jugando a ser dioses ».  Pero también tenemos que oír a McCormick, que nos decía que los bioeticistas debemos evitar el peligro de que se considere la bioética como ese cartel que se coloca en la puerta de muchas rejas: «cuidado con el perro».  La Bioética no puede convertirse en una instancia desagradable y molesta, empeñada en poner objeciones y obstáculos al progreso humano.

EL FINAL DE LA VIDA HUMANA

\"\"La cuestión fundamental, tradicional y siempre nueva es la eutanasia.  Todo lo referente al final de la vida se tiende a ver del mismo modo, como si se tratara de «personas enfermas que quieren que se les acelere el proceso de muerte»; y así, se trata sin discriminar convenientemente circunstancias muy distintas.  Por ejemplo, se habla equivocadamente de eutanasia en relación con la película Mar Adentro, o en el caso de la joven americana en estado vegetativo persistente a quien su marido pidió «desenchufarla», o en referencia a la dosis calmante que se le administra a un enfermo para aliviarle del dolor en sus últimaos días, aunque ello, como efecto indirecto, pueda acelerar el proceso de muerte.

Y es que lo primero que hay que tener claro es que para que sea eutanasia ha de ser libre, voluntaria y pedida.  Recientemente el Grupo de Trabajo sobre la Eutanasia, del Instituto Borja de Bioética de Barcelona, ha hecho pública una declaración   Hacia una posible despenalización de la Eutanasia  y define ésta como:

Toda conducta de un médico u otro profesional sanitario bajo su dirección, que causa de forma directa la muerte de una persona que padece una enfermedad o lesión incurable con los conocimientos médicos actuales que, por su naturaleza, le provoca un padecimiento insoportable y le causará la muerte en poco tiempo.  Esta conducta responde a una petición expresada de forma libre y reiterada, y se lleva a cabo con la intención de liberarle de este padecimiento, procurándole un bien y respetando su voluntad.  Así se consideran requisitos indispensables la petición expresa del enfermo, la existencia de un padecimiento físico o psíquico insoportable para el paciente y una situación clínica irreversible que conducirá próximamente a la muerte.

Ateniéndonos a esta definición, excluimos la petición de Sampedro como eutanasia, pues se trataría más bien de un suicidio asistido.

No quiero dejar de mencionar la importancia que tiene en el acto humano de morir la dimensión social.  Llama la atención en la película Mar Adentro cuán poco le importan al protagonista los sentimientos, deseos, quereres de su círculo de relaciones, pues en ningún momento se percibe un cambio de parecer movido por la relación con ellos.  Algunos espectadores han alabado la postura de Sampedro, por su seguridad y firme decisión, dejando entrever una manera de entender la vida en nuestra cultura actual que podemos reflejar en la frase coloquial «la vida es mía y hago con ella lo que me da la gana», y que considera de algún modo al hombre como el único autor de su vida.  Sabemos por experiencia que la existencia de relaciones especiales, familias y amigos impone obligaciones particulares.

La Conferencia Episcopal Española, en un tríptico que se reparte en las parroquias, insiste en la brillante idea de que «la muerte no ha de ser causada, pero tampoco absolutamente retrasada».  La eutanasia, según dicho tríptico, es siempre « una forma de homicidio, ya sea mediante un acto positivo (eutanasia activa) o mediante la omisión de la atención y cuidados debidos (eutanasia pasiva); no es eutanasia la ortotanasia (dejar morir a tiempo, con dignidad y en paz, sin el uso de medios desproporcionados o extraordinarios)».

A mi modo de ver, hay que distinguir entre homicidio y eutanasia.  El primero acelera el proceso de muerte sin ser pedido.  En la segunda, es el paciente quien pide la muerte, en las condiciones que recoge la definición anterior.  Es verdad que es una cuestión de conceptos, de cómo nos ponemos de acuerdo para denominar las realidades que se nos presentan; aunque también es cierto que en la conceptualización reflejamos, proponemos y orientamos posturas éticas.

En Bioética, la toma de posturas y decisiones en la mayor parte de los casos es profundamente controvertida.  La ética debe saludar todo progreso que signifique un mayor conocimiento de la naturaleza y de los misterios más profundos de la vida, que deben ir acompañados del amor y el respeto hacia el ser humano, y sobre todo, de un gran sentido de la responsabilidad por parte de los investigadores.

A modo de resumen, quisiera concluir cont res cuestiones que considero básicas y de radical importancia para dar respuestas éticas a temas actuales:

- Tener buenos datos científicos que nos permitan discriminar bien - los conceptos y situaciones.
- La importancia de la formación de la conciencia
- La necesidad de un diálogo plural.

La Bioética ha de ser planteada dentro de una racionalidad ética demarcada por los parámetros de democratización, diálogo pluralista y convergencia integradora.  Piénsese en la bioética como una nueva ética científica que combina humildad y responsabilidad, que es interdisciplinar e intercultural, y que intensifica el sentido de la humanidad.

    
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