Lugares de gracia conyugal

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Me gusta esta expresión. Hay lugares que tienen gracia. Y me refiero a la gracia como disfrute. Y a la gracia como donación humana y divina.

A la relación matrimonial cada persona va con su propia historia individual, y también con sus afanes, sus sueños, expectativas, aspiraciones.
La comunicación acerca de esta segunda dimensión es muy decisiva en la construcción del proyecto de pareja. Genera comunión; nutre la relación. Alimenta proyectos, tareas e intereses comunes. Expresa y estimula el potencial de cada cónyuge. Cada uno es especial y único Y a la larga sirve de espejo para medir las propias realizaciones vitales y para percibir las propias frustraciones.
 
Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.La verdad es que también la dimensión de la historia individual alimenta la relación. Tiene mucha gracia de unión; anuda a las dos almas, las dos historias. Y esos lugares de gracia van desde el hogar de la infancia hasta los paisajes del barrio, del parque, de la parroquia. Incluye las comidas, los sabores, los olores, los entretenimientos.
La detenida y emocionada comunicación sobre estas experiencias que se han vivido y sufrido construye encuentro personal y relación profunda. Los lugares donde se ha vivido, los colores del paisaje que se ha contemplado forman parte de la cultura doméstica y telúrica, del paisaje del alma de cada persona. Por eso tienen tanta densidad de encuentro y relación. Poder mostrar al amigo, al novio/a, los detalles de la propia biografía, las emociones vinculadas a lugares, los aprendizajes hechos en situaciones peculiares, es una tarea imprescindible en la construcción de una relación conyugal. Ese deseo brota espontáneamente en cada uno. Esos lugares compartidos crean relación. Simbolizan la unión. Se recuerdan una y otra vez.
 
Además, dichos lugares dejan su huella en el alma individual: el lugar donde nos encontramos y nos fijamos el uno en el otro, el lugar del primer beso, de la declaración de amor, el lugar de la luna de miel. Su significado sigue vigente durante toda la vida; producen apego, y, cuando se está lejos, suscitan la melancolía, más o menos intensa, de volver a ellos para recuperar su encanto y su energía. La geografía de la gracia ha penetrado muy profundamente en el alma de cada persona. Habrá que recurrir a ese influjo para explicar ciertas reacciones inesperadas e inéditas de la persona para ella misma. Muchas frustraciones se explican desde ahí. Muchas reacciones “inexplicables” tienen su origen ahí.
Cuando te casas, te casas con una persona y con su historia, con sus heridas de amor y con sus esperanzas.
 
Por eso el matrimonio de amor entre un hombre y una mujer sigue siendo un lugar de la gracia. Y una buena noticia para todos.

    

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