Los países del G8 deben mantener su promesa de ayuda contra la pobreza.

21 de mayo de 2007
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Habla el arzobispo deHamburgo Werner Thissen

HAMBURGO,domingo, 20 mayo 2007 (ZENIT.org).-En vísperas de la cumbre de los países del G8 enHeiligendamm, Alemania, monseñor Werner Thissen, arzobispode Hamburgo, subraya en una conversación con Zenit laimportancia de que los ciudadanos se declaren dispuestos, comoelectores y consumidores, a apremiar a los paísesindustrializados para que mantengan su compromiso de lucha contra lapobreza en todo el mundo.

“Cada uno puede hacer el bien”, subraya elarzobispo, responsable en la Conferencia Episcopal alemana de laorganización de ayuda «Misereor».

(GIF)Hace dos semanas, el prelado visitó, junto a una delegación de obispos de todo el mundo -sobre todo deÁfrica y Latinoamérica-, a destacadospolíticos europeos con el fin de persuadirles de lanecesidad urgente de medidas más concretas y máseficaces al respecto.

El empeño episcopal forma parte de la campañainternacional «Haz que la ayuda funcione, ¡el mundono puede esperar!», y culminó en el encuentro conel Papa Benedicto XVI en Roma.

— La lucha contra lapobreza a nivel mundial, y sobre todo la ayuda a los paísesafricanos es, según Benedicto XVI, una prioridad de lapolítica internacional. ¿Cómo valora,en este sentido, los esfuerzos y las medidas de los paísesindustrializados? ¿Qué espera de lapróxima cumbre de los países del G8 enHeiligendamm y qué desearía todavíalograr?

— Arzobispo Thissen:Los países industrializados y en concreto los gobiernos delos países del G8 tienen una especial responsabilidad por undesarrollo humano de alcance mundial. Sobre todo porque ellos disponende medios mucho mayores para luchar contra el escándalo dela pobreza y del hambre en nuestro mundo. En segundo lugar, en cuantomuchas de sus decisiones, por ejemplo respecto al comercio mundial y lacancelación de la deuda, tienen consecuencias directas sobrelas condiciones de vida de las poblaciones del sur. Los gobiernos delos países industrializados ricos deben asumir estaresponsabilidad sin condiciones. Por lo que se refiere a la Cumbre delos países del G8, esto significa que deben mantener suspromesas de ayuda financiera en la lucha contra la pobreza y demostrarcon claros programas anuales cómo pretenden alcanzar el0,51% del Producto Interior Bruto asignado para el desarrollo antes de2010.

Además, deben encontrar soluciones equitativas y sosteniblespara la desgravación de la deuda de los paísesmás pobres. Estos deben actuar en el plano interno para quela corrupción no anule nuevamente los esfuerzos por eldesarrollo y la lucha contra la pobreza. En tal contexto, es inclusovergonzoso que la mitad de los países del G8, entre ellostambién Alemania, no haya ratificado todavía laConvención de las Naciones Unidas para la lucha contra lacorrupción.

— ¿Nos puededescribir en alguna medida las condiciones de vida enÁfrica? ¿Cuáles son los mayoresproblemas que debe afrontar este continente?

—Arzobispo Thissen:En mis viajes con nuestra Obra católica de ayuda aldesarrollo “Misereor”, entro siempre en contactocon la pobreza, a menudo inimaginable, de los países delSur. Reaparecen siempre algunos problemas: hombres, sobre todo inclusoniños, que mueren por enfermedades simples, sóloporque no tiene acceso al agua potable; campesinos y pescadores que nologran ya alimentar a sus familias y por ello emigran a las periferiasde chabolas de las grandes ciudades; la falta de escuelas y deposibilidad de formación, por la que los hombres permanecencerrados en el círculo de la pobreza.

En África, se presentan además gravemente algunosproblemas. Uno de ellos es el Hiv-Sida: en algunas regiones no hayprácticamente familia que no haya perdido, a causa de laenfermedad, a uno o más miembros. Otra catástrofehumana son los numerosos conflictos violentos. Especialmentetrágico es el hecho de que a menudo sea precisamente lariqueza en materias primas de África el factordesencadenante y el alimentador de estos conflictos. Para lapoblación esta riqueza se convierte en unamaldición en vez de ser una bendición.

— ¿Cómopuede una persona sola ayudar a aliviar la miseria en África?

—Arzobispo Thissen:Hay muchas posibilidades. Una de estas es el apoyo de las personas através de obras de ayuda como“Misereor”. Además deberíamosseguir preguntando a los políticos que nosotros mismos hemoselegido qué hacen para afrontar su responsabilidad.

En la primera semana de mayo, he viajado con un grupo de obispos delSur y de los países del G8 a Berlín y Roma. Hemoshablado con los gobiernos sobre lo que pueden llevar a cabo por unalucha más eficaz contra la pobreza y por unaglobalización más equitativa. Para tal fin no esnecesario ser obispo. Cada uno puede, por ejemplo, pedirlo a undiputado de su colegio electoral.

Otra posibilidad para la ayuda al desarrollo es nuestro propio cambiode vida. Nuestra comodidad y nuestro bienestar son a menudoco-responsables de condiciones comerciales injustas o dedaños ecológicos en los paísesafricanos. También en estos casos el individuo puede hacermucho.

-  -¿Cómose pueden evitar influencias “dañinas”de nuestra sociedad, la cual sin descanso nos induce al consumo de debienes a menudo inútiles y a las más variadasformas de diversión? ¿Cómo llevar unavida más sencilla, en la que también haya espaciopara la ayuda a los necesitados?

—Arzobispo Thissen:Una premisa fundamental es que cada uno de nosotros se décuenta de lo que es verdaderamente importante en la propia vida.

Nuestra sociedad de consumo está dominada generalmente porrápidos impulsos de reflejos, sin plantearse grandesproblemas. Hablamos de decisiones veloces sobre las adquisiciones. Nointeresa darse cuenta de que los objetos adquiridos sean luegoutilizados o si, al poco tiempo, se abandonarán en unrincón o se desecharán. Poder (o deber) tenertodo rápidamente y a buen precio, deprecia los objetos.Paradójicamente no gratifica, sino que confirma el propiovacío. Por el contrario, es útil laatención sobre quién y qué esverdaderamente importante, y la disponibilidad a renunciar por ello aotras cosas. Esta atención puede ser ejercitada. En laIglesia celebramos anualmente la Cuaresma. También laoración puede ser un ejercicio útil parareconocer lo esencial.

— ¿Quéposibilidades de éxito tiene el llamamiento del Papa a lospaíses industrializados –a través de lacarta a Angela Merkel- y los esfuerzos en el ámbito de lacampaña “Haz que la ayuda funcione – El mundo nopuede esperar”? ¿Se necesita unainversión de tendencia o un cambio de opiniónpara que la lucha contra la pobreza sea realmente una prioridad de lapolítica internacional?

—Arzobispo Thissen:Éste es, al menos parcialmente, un problema preciso dementalidad. Mientras tanto, para nosotros muchas cosas se han hechoobvias, es decir, el hecho de que podamos permitirnos muchosólo en perjuicio de otros hombres en otras regiones delmundo o en perjuicio de las generaciones futuras. Esto se refiere porejemplo al consumo energético o a productos que sonfabricados en condiciones de extrema explotación.

Por otro lado, hoy muchos hombres, e incluso políticos, sonconscientes de que no puede haber bienestar y paz si una gran parte dela humanidad es excluida. Pero es difícil prestaratención a estos problemas de supervivencia -a largo plazo-en la política y en la economía a corto plazo.

Por eso es tan importante que los ciudadanos hagan oír suvoz en calidad de electores y de consumidores. Al lado del Papa,nuestra delegación de obispos quiere ofrecer suaportación. Más de 50.000 personas han apoyadohasta ahora nuestras peticiones con su firma Y hay iniciativasanálogas en otras partes. Tengo una gran confianza en quelos políticos escuchen estas voces.

— Jesucristovivió con sencillez, y muchos santos, como San Francisco,siguieron su ejemplo. ¿Cómo puede elpolítico, empresario o padre de familia vivir la pobreza sindescuidar sus deberes y ocuparse de las personas que le han sidoconfiadas?

—Arzobispo Thissen:Una premisa para la moderación es la conciencia de que nodebo demostrar continuamente que soy excepcional. Esta experiencialiberadora, que al mismo tiempo es una experiencia muy religiosa, mepermite descubrir que a menudo son fáciles la cosas que noshacen felices a mí y a los demás. Mucho se haceasí superfluo y se resuelve solo.

Cada uno puede hacer el bien, cada día. Y en lamoderación está la concentración deeste bien. Esto no tiene nada que ver con actos de renuncia heroicos,sino que es maravillosamente espontáneo. Y justo nuestraépoca frenética necesita estamoderación y esta tranquilidad.     

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