La superioridad del capitalismo

13 de noviembre de 2008
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¿Qué es una crisiscapitalista?

 Veamos en primer lugar lo que no es unacrisis capitalista.

  • Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, esono es una crisis capitalista.
  • Que haya 4 750 millones de pobres en todo el mundo, eso noes una crisis capitalista.
  • Que haya 1 000 millones de desempleados en todo el mundo,eso no es una crisis capitalista.
  • Que más del 50% de la población mundial activa estésubempleada o trabaje en  precario, esono es una crisis capitalista.
  • Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directoa agua potable, eso no es una crisis capitalista.
  • Que 3 000 millones de personas carezcan de acceso aservicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.
  • Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisiscapitalista.
  • Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa deenfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.
  • Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundodebido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático,eso no es una crisis capitalista.
  • Que 16.306 especies estén en peligro de extinción, entreellas la cuarta parte de los mamíferos, no es una crisis capitalista.

 Todo esto ocurría antes de la crisis.¿Qué es, pues, una crisis capitalista?
¿Cuándo empieza unacrisis capitalista?

 Hablamos de crisis capitalista cuandomatar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a4.700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% delplaneta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sinservicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños yacabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentablepara 1.000 empresas multinacionales.
Lo que demuestra la superior eficacia y resistencia del capitalismo esque todas estas calamidades humanas (que habrían invalidado cualquierotro sistema económico) no afectan a su credibilidad ni le impidenseguir funcionando a pleno rendimiento. Es precisamente su indiferenciamecánica la que lo vuelve natural, invulnerable, imprescindible. Elsocialismo no sobreviviría a este desprecio por el ser humano, como nosobrevivió en la Unión Soviética, porque está pensado precisamente parasatisfacer sus necesidades; el capitalismo sobrevive y hasta serobustece con las desgracias humanas porque no está pensado paraaliviarlas. Ningún otro sistema histórico ha producido más riqueza,ningún otro sistema histórico ha producido más destrucción.
Basta considerar en paralelo estas dos líneas, la de la riqueza y la dela destrucción, para ponderar todo su valor y toda su magnificencia.Esta doble tarea, que es la suya, la hace mejor que nadie y en esesentido su triunfo es inapelable: que haya cada vez másalimentos y cada vez más hambre, más medicinas y más enfermos, máscasas vacías y más familias sin techo, más trabajo y más parados, máslibros y más analfabetos, más derechos humanos y más crímenes contra lahumanidad.
 
¿Por qué tenemos quesalvar eso? ¿Por qué tiene que preocuparnos la crisis? ¿Por qué nosconviene encontrarle una solución?

Las viejas metáforas del liberalismo se han revelado todas mendaces: la“mano invisible” que armonizaría los intereses privados y loscolectivos cuenta monedas en una cámara blindada, el “goteo” queirrigaría las capas más bajas del subsuelo apenas si es capaz de llenarel cuenco de una mano, el “ascensor” que bajaría cada vez más de prisaa rescatar gente de la planta baja se ha quedado con las puertasabiertas en el piso más alto. Las soluciones que proponen, y aplicarán,los gobernantes del planeta aceptan, en cualquier caso, la lógicainmanente del beneficio ampliado como condición de supervivenciaestructural: privatización de fondos públicos, prolongación de lajornada laboral, despido libre, disminución del gasto social,desgravación fiscal a los empresarios. Es decir, si las cosas no vanbien es porque no van peor. Es decir, si no son rentables 950 millonesde hambrientos, habrá que doblar la cifra.
El capitalismo consiste en eso: antes de la crisis condena a la pobrezaa 4.700 millones de seres humanos; en tiempos de crisis, para salir deella, solo puede aumentar las tasas de ganancia aumentando el número desus víctimas. Si se trata de salvar el capitalismo, con su enormecapacidad para producir riqueza privada con recursos públicos, debemosaceptar los sacrificios humanos, primero en otros países lejos denosotros, después quizá también en los barrios vecinos, después inclusoen la casa de enfrente, confiando en que nuestra cuenta bancaria,nuestro puesto de trabajo, nuestra televisión y nuestro ipod no entrenen el sorteo de la superior eficacia capitalista. Los que tenemos algopodemos perderlo todo; nos conviene, por tanto, volver cuanto antes ala normalidad anterior a la crisis, a sus muertos en-otra-parte y a susdesgraciados sin-ninguna-esperanza.
Un sistema que, cuando no tiene problemas, excluye de una vida digna ala mitad del planeta y que soluciona los que tiene amenazando a la otramitad, funciona, sin duda, perfectamente, grandiosamente, con recursosy fuerzas sin precedentes, pero se parece más a un virus que a unasociedad. Puede preocuparnos que el virus tenga problemas parareproducirse o podemos pensar, más bien, que el virus es precisamentenuestro problema. El problema no es la crisis del capitalismo, no, sinoel capitalismo mismo. Y el problema es que esta crisis reveladora,potencialmente aprovechable para la emancipación, alcanza a unapoblación sin conciencia y a una izquierda sin una alternativaelaborada. Se equivoque o no Wallerstein en su pronóstico sobre el findel capitalismo, tiene razón, sin duda, en el diagnósticoantropológico. En un mundo con muchas armas y pocas ideas, con muchodolor y poca organización, con mucho miedo y poco compromiso, el mundoque ha producido el capitalismo, la barbarie se ofrece mucho másverosímil que el socialismo.

 Fuente: La Jiribillanº 391, Cuba

    

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