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JULIO.... La Virgen del Carmen

Patricio García Barriuso cmf -
\'\'El 16 de julio, fiesta de nuestra Señora del Carmen, siempre ha sonado a gloria en la familia claretiana. En aquella fecha, en 1848, se iniciaba en la historia una nueva ruta. San Antonio María Claret, reunido con cinco sacerdotes en una celda del seminario de Vich comenzó unos ejercicios espirituales de diez días en los que echaba a andar una nueva familia en la Iglesia, al estilo de los apóstoles. Cómo recordamos hoy aquel terremoto de Pentecostés toda la familia claretiana. Aquel día comenzamos a vivir. Huelen a evangelio todos los relatos de la fundación. \"Espectáculo digno de los ángeles\", lo llama uno de lo cofundadores. Seis buenos sacerdotes en al reducida habitación de un seminarista, sin otros muebles que una mesa, una imagen y dos bancos prestados, están conferenciando seriamente sobre el modo de llevar a cabo la empresa más grande que concebirse pueda: salvar las almas de todo el mundo. Presidiéndolo todo un crucifijo y una imagen de la Madre del Divino Amor. Ella siempre, como en Pentecostés, ayudando a nacer a los nuevos hijos. En silencio y recogimiento pasan diez días oyendo a Antonio María Claret, dedicándose a la oración, haciendo actos de mortificación y preparándose para la misión. El P. Claret les había dicho al comienzo: \"¡Hoy comienza una grande obra!\". Ninguno de ellos se lo creía, pero cuando sopla el Espíritu de Dios todo es posible. Hoy la Congregación de Hijos del Corazón de María se acerca a una grande obra. Se halla extendida por todos los continentes. Tiene misiones en Japón, Filipinas, Australia, Corea, varios países de Africa; todas la repúblicas hispanoamericanas conocen al P. Claret. Hoy los hijos e hijas del P. Claret componen una inmensa familia: Misioneros claretianos, Misioneras claretianas, un Instituto secular denominado Filiación Cordimariana, miles de seglares que anuncian el nombre de Jesús. Hoy, los hijos de San Antonio María Claret sienten, como aquellos primeros hijos e hijas, el calor maternal de la Virgen María. Ella nunca faltó en el corazón del santo fundador. Ella resuena y resonará en los Hijos e Hijas de su corazón por los siglos de los siglos. Para gloria de Dios y salvación de los hombres.     
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