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Inmigrantes muertos. 6000 vidas apagadas, 6000 velas encendidas

ECLESALIA -
   ECLESALIA, 04/05/07.- La noche del lunes 30 de abril brilló de modo especial en la Playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria. En ella se encendieron 6.000 velas por otras tantas vidas de inmigrantes muertos el pasado año en las costas canarias. El acto estuvo organizado por el Secretariado diocesano de juventud, así como la parroquia Corazón de María, Cáritas Diocesana, coordinadora de ONGs, FERE, así como distintas confesiones religiosas.

Este gesto solidario pretendía sensibilizar a la sociedad canaria sobre un hecho doloroso como es el fenómeno de la inmigración. Familias enteras, adultos, niños, jóvenes, creyentes y no creyentes se dieron cita en esta convocatoria especial. Más de un millar de asistentes. Setenta voluntarios con camisetas naranjas formaban parte de la organización. Una pantalla gigante mostraba videos de la llegada de inmigrantes en cayucos, asimismo algunos paneles informaban sobre esta realidad cotidiana que vive el archipiélago canario. Un suave fondo de música instrumental y étnica invitaba a la reflexión. También estuvieron presentes los ritmos africanos con un grupo de jóvenes senegaleses, que animaron al canto y a la danza de todos los participantes.

El acto se inició con la proclamación de un manifiesto, leído por varios miembros de la organización, seguido de un minuto de silencio en recuerdo de los seis mil inmigrantes muertos en el mar, cuando intentaban alcanzar un futuro mejor. En el manifiesto se declaraba que “el inmigrante es víctima, no verdugo”, así como el recuerdo de que la población canaria fue también emigrante. También se denunció el negocio que se hace de la inmigración y ante todo esto se declaró que “es necesaria por tanto la solidaridad”. Desde ahí, la declaración que hacía un llamamiento a la sociedad canaria. Una invitación a que “se cuestione y reflexione sobre el origen de la emigración, sobre el reparto tan desequilibrado de la riqueza en el mundo”. Concluía el manifiesto llamando a la implicación activa para solicitar “una resolución internacional justa para los problemas de desigualdad en el acceso a los recursos elementales”. Finalmente, se solicitaba a la sociedad canaria “que apueste por la austeridad y el descenso de nuestro consumismo a favor de ese reparto”.

Momentos después se encendieron las velas que portaban los asistentes y se colocaron sobre la arena de la playa. Quienes lo desearon se acercaron en silencio a la orilla para realizar una oración personal. Cerca de la media noche concluyó este gesto solidario que fue valorado muy positivamente tanto por los organizadores, como los asistentes al encuentro.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).



ARDE VUESTRA PIEL

El mar arde en la piel antes que escueza en los ojos
Se vuelca sobre el mar la vida, se tuerce contra el mar
la copa desbordada. Es una escala sin escalas
desde el muelle hundido de Venecia
hasta las pilastras erguidas de un puente en Brooklyn
que sólo pisan los que pasan. Los que no pasan, no pisan
Nadan o se ahogan
De un lado a otro
de una corriente a otra esparcimos un reguero
de colores químicos para adornar el mar
Pasamos andando por encima de la basura sólida
O es una parodia
o no tiene gracia

El mar arde en la piel joven de mis primer@s padres
african@s
Hoy me enseñan de nuevo a andar
y vuelta a nadar y vuelta hasta que se abra
el futuro cerrado por una ventolera, un golpe
un peso mortal y una pisada sobre las manos
antes de soltar la borda y nadar
y vuelta
Me escuecen los ojos de no abrirlos
a este presente vivo. No quiero ver que
vivo o muerto

Cuando era niño
miraba el mar desde una barca
por senderos de bahía que no ahogan ni crujen
en la verde memoria. Quería bucear
y me internaba en la playa abierta, sin violencia
Bebía agua sin tragar la sal. Rescataba
tesoros escondidos para mí desde el origen
Vivía un mundo preparado con ternura
para que fueran a oírse en Itaca
los cánticos de Odiseo y sus compañeros fieles
en una singladura que no es vana

Cuando era joven, quería nadar de una orilla a otra
sin detenerme en nada, para acelerar la historia
Tenía prisa por hacer memoria de tanto sufrimiento
leído en los cuadernos de Benjamin, en las novelas
objetivas de Faulkner, en los poemas amigos
de exiliad@s que volvieron a tiempo de vivir
la alquimia de los años en una tierra nueva
Yo estaba allí. Les amaba
Desembarcaron y algunos conocieron que Penélope
fue mucho más fiel y se había puesto
mucho más guapa
Me angustiaba que fuera ancho el mar, pero nadaba
y vuelta a esperar que cambie de color, mientras
la tierra

Llegué a una deseada América. Conocí a un pueblo
de voces entonadas para no gritar nunca
ni aún de hambre. Tejieron la red con que me daban
parte en su parte. Comunidad hacia dentro y afuera
Volví a ser niño, más libre que era antes
Caminé. Toqué el rostro de Dios-a. Pulsé
el palpitar de muchos seres iguales. Su son
Desde la Sierra Madre veía el mar lejano, servicial
dispuesto a ser cruzado hasta reunir
Pacífico y Atlántico, indígenas, negr@s, hueros
como yo, mestiz@s del color nuevo que buscaba
Me quedé con esa agua, con ese mar en la sede
del gusto. Se me hizo moreno el paladar. Sabía
lo que me enseñaron

Ahora me asomo a la bahía y espero a que apunten
las velas encendidas, que crucen y se eleven
hacia la tierra herida por su ausencia
Os esperábamos, como entonces, como mucho antes
como siempre. Hay quien se reúne a cantar
la bienvenida. Por más que miro no encuentro
su lugar. Aparta, mar. No veo. Oigo
que las queman

    
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