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Evangelios de carne y hueso

Miguel Garai -
Cuando nos miramos detenidamente descubrimos nuestra identidad. Cuando seguimos profundizando aprendemos a leer en el corazón como en un evangelio escrito. «Dinámica de la Bondad» es un proceso de grupo que ayuda a descubrir y dinamizar la imagen de Dios que somos.

    El ser humano busca constante­mente realizarse, intentando descubrir el sentido de su histo­ria. A veces lo hace por caminos equivocados, al explorar fuera de sí, provocando con ello la distracción permanente, que le impide volcarse hacia el centro, en donde reside la verdadera personalidad.
Buscar la propia identidad es lo que se propone la «Dinámica de la bondad». Es un ejercicio hacia dentro para descubrir las profundidades de nuestro interior. Resulta sorprendente el caudal de energía que llevamos escondido por la fuerza de los miedos que nos impiden manifestarla. Necesitamos liberar esas fuerzas. No es fácil porque la formación que hemos recibido insistió tremendamente en lo negativo. Es preciso reeducar la percepción de la realidad en clave positiva.
Se trata de un proceso de grupo. Se hace en régimen de internado para favorecer la concentración y la relación del grupo. El número de personas nunca es superior a 15. El moderador mediante las preguntas pertinentes va haciendo que una persona revele su vida, su historia, sus valores, las razones que tiene para vivir y luchar... Mientras tanto las demás personas del grupo escuchan y tratan de estar atentos a todo lo positivo que son capaces de percibir a través de la narración y de la actitud de la persona. Luego lo comparten en un feed back insistente, donde sólo se permite decir lo positivo.

Se termina haciendo una síntesis que se escribe en la pizarra y se compara con el evangelio de Jesús. A este mosaico de rasgos positivos se le da el nombre de evangelio según NN. Finalmente se pide la reacción del interesado al ver reflejados en él esos valores del evangelio. Tanto el compartir del grupo como lo que añade el moderador y la síntesis se graba en cinta magnetofónica y se entrega al interesado a fin de que pueda recordarlo y escucharlo.

En el desarrollo de la Dinámica de la Bondad juega un papel significativo la percepción.
El grupo acierta a ver lo esencial y a estimular lo positivo de una manera poderosa. También es muy importante la intuición, la capacidad de leer dentro de la persona. Requiere mucha atención, esfuerzo, respeto y veneración ante el desarrollo que se contempla en cada uno de los que forman el grupo. Es un proceso santo el que se escucha. Se palpa en carne viva la autoevangelización. Es un anuncio gozoso el que se hace. Entiendes que el evangelio va dirigido a gente de bien, que acierta a interpretar su vida y la de los demás en clave positiva.

En la Dinámica de la bondad partimos de que somos un regalo unos para otros, como lo fue Jesús de Nazaret para la humanidad. El problema radica en que no nos conocemos y por esa razón no nos podemos amar (1 Jn 4,8-9). La tarea de dinamizar la bondad es comparable a desenvolver el regalo que somos cada uno. Trata de hacer experimentar que somos un buen regalo para los demás pues Dios está alentando nuestro ser.

La Dinámica de la Bondad favorece el encuentro gozoso con uno mismo. Es tal la alegría que se experimenta haciendo justicia a la imagen de Dios y aceptándonos como somos que se irradia y se hace contagiosa. La Eucaristía se convierte en el centro y culminación de la fiesta por la gratuidad que se experimenta.

En definitiva, vivir la Dinámica de la bondad, significa anunciarse mutuamente la buena noticia del Dios en nosotros de tal manera que se descubre la novedad y frescura del ser de cada uno, evangelio viviente. De esa experiencia nace un caminar nuevo, un compromiso personal y comunitario por hacer realidad el programa que los demás han visto en ti.

Eso implica también la denuncia de todas aquellas actitudes negativas, no dejándolas crecer, poniendo en su lugar la bondad, ya que en ésta se descubre la huella del creador. Es, a la vez, una invitación a vivir la vida con la simplicidad propia de quien se mueve desde lo fundamental. Jesús de Nazaret fue un hombre bueno que pasó por la tierra haciendo el bien. Esta debe ser también nuestra misión.     
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