Entrevista al P. Josep M. Abella, superior general de los Misioneros Claretianos.

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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.José Manuel Vidal (Religión Digital).- Acaba de ser reelegido Superior General de los Misioneros Claretianos, durante el Capítulo General que se ha celebrado en Roma, por un nuevo período de seis años. Apenas concluida la elección, Josep María Abella atiende a Religión Digital, y contesta a todo tipo de cuestiones relacionadas con el presente y futuro de la congregación, y de la misma Iglesia. Con cautela, pero también con esperanza y siendo propositivos. Llamados a evangelizar, como el lema del Capítulo que acaba de concluir……

Una responsabilidad a la que ya está acostumbrado. ¿Cuesta asumirla?

Uno nunca se acaba de acostumbrar a este tipo de responsabilidades. Es un servicio que te depara siempre nuevos desafíos. De todos modos, es verdad que lo he asumido con un mayor conocimiento de lo que comporta. Durante los años anteriores he podido comprobar que hay muchos claretianos de una gran calidad humana y espiritual. Ayudar a canalizar esta riqueza al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia es una responsabilidad gozosa. Luego, supone estar muy atento a los desafíos pastorales que presenta la realidad para poderles dar la respuesta que requieren. Acompañar a todos mis hermanos en su crecimiento espiritual y animarlos a una generosa respuesta misionera es el aspecto más importante de esta responsabilidad que me ha sido confiada.

¿La Congregación goza de buena salud en estos momentos?

Creo que sí. Por lo menos, esto lo que ha demostrado la evaluación que ha hecho de la vida de la Congregación el apenas concluido Capítulo General. No voy a ocultar que existen fallos y sombras que hay que seguir corrigiendo; y de ello nos hemos ocupado también en nuestro diálogo capitular. Pero el balance general es positivo. Mantenemos el número de miembros de la Congregación y procuramos seguir atentos a no perder dinamismo misionero. Esto nos obliga a evaluar presencias y a buscar creativamente respuestas misioneras nuevas. Creo que hemos crecido en el diálogo intercultural al interno del Instituto, aunque continúa siendo un desafío. Nos damos cuenta de que hay que trabajar a fondo la consistencia vocacional y la vida fraterna.

¿Cómo les está afectando la crisis generalizada de vocaciones a la vida consagrada?

Crecen los claretianos en Asia y África, se mantiene el número en América Latina y disminuyen los de Europa y América del Norte. En estos lugares estamos volviendo a la experiencia de pequeñez de los orígenes de nuestro Instituto y estamos aprendiendo a valorar mucho más la gratuidad y a compartir más decididamente la misión con los seglares. El crecimiento en África y Asia enriquece el patrimonio espiritual de la Congregación con nuevos valores culturales y nos pone en un contacto mucho más profundo con otras Tradiciones religiosas. Es, por lo tanto, una gran oportunidad de crecimiento. Pero exige, al mismo tiempo, un acompañamiento cuidadoso a estas nuevas generaciones claretianas para que puedan asimilar el carisma y darle una expresión creativa en sus respectivos contextos culturales. La pastoral juvenil y vocacional seguirá siendo una prioridad en los próximos años y, para ello, es necesario “convertirnos” a los jóvenes y estar dispuestos a acompañarlos en procesos serios de crecimiento espiritual. Sin ello, va a ser muy difícil hacer planteamientos vocacionales.

¿Sus tres prioridades de cara a la Congregación en este nuevo mandato?

Las Constituciones del Instituto le dicen con claridad al Superior General cuál es su misión. De todos modos, si me apura a formular alguna prioridad, le señalaría los siguientes tres puntos: la atención a las personas en todas las dimensiones de su vida, el cuidado por mantener vivo el carisma misionero que el Señor nos ha confiado para el bien de la Iglesia y del mundo, el empeño por animar el compromiso misionero de la Congregación y propiciar la atención a los nuevos desafíos y la creatividad pastoral para responder a ellos.

¿Seguirán ustedes apostando por estar en la frontera o, como usted mismo decía, “crecer en línea profética”?

En la propuesta sobre la vida consagrada del reciente Sínodo sobre la Palabra de Dios, se dice que el Sínodo agradece a los religiosos su disponibilidad para proclamar el Evangelio en las fronteras culturales y geográficas de la misión a través de diversos servicios carismáticos. Estas “fronteras” son el lugar donde nos sentimos llamados a vivir y a trabajar. Son fronteras que tienen nombre distinto en los diversos contextos culturales y sociales; de todos modos, exigen siempre un modo de estar caracterizado por una verdadera actitud de diálogo, que no se opone a otra exigencia incuestionable: la fidelidad al Evangelio.

¿El Vaticano II es irrenunciable para los claretianos?

Es irrenunciable para los claretianos y para cualquier católico. Su eclesiología, su visión de la misión de la Iglesia y su compromiso de diálogo con el mundo son el marco de referencia desde el que definimos nuestra ubicación eclesial y nuestro modo de llevar a cabo la misión que nos ha sido confiada.

¿Sigue notando cierto recelo por parte de algunos obispos hacia los religiosos?

Durante estos últimos 6 años como Superior General y los precedentes 12 como Consejero General, he tenido la oportunidad de visitar casi todos los lugares donde estamos trabajando los misioneros claretianos (62 países y en cada uno de ellos en varias Diócesis). Debo decir que he encontrado una acogida muy cálida en la mayoría de los Obispos de las Diócesis donde estamos presentes. A veces es verdad que se nota un cierto recelo en algunos Obispos, quizás porque no han acabado de comprender que la diversidad de carismas que aporta la vida consagrada constituye una verdadera riqueza para sus propias iglesias particulares. Creo que hemos hecho un esfuerzo muy serio por integrarnos en los proyectos pastorales de las Diócesis, pero queremos y debemos hacerlo desde la propia identidad, que es don del Espíritu para el bien de la Iglesia.

Dicen que la jerarquía se ha escorado demasiado a la derecha, por hablar en términos políticos y comprensibles para la gente sencilla. ¿Tendría que recentrarse?

Habría que definir bien qué se entiende por derecha e izquierda en este caso. No se puede caer en estereotipos que no ayudan a clarificar las posiciones. Yo siento que ante un cierto retroceso con relación al lugar social que ocupaba la Iglesia en algunos contextos culturales, surge una doble tentación: la de la nostalgia de un pasado que se cree mejor pero que ya no volverá, o la de una cierta agresividad contra una cultura que se va alejando de los postulados de la doctrina de la Iglesia. Yo considero que ni una ni otra son saludables. Me parece que lo nuestro es ser “propositivos”, con convicción pero con mucho respeto. Propositivos desde la vida y el anuncio. Aquí juega un papel muy importante el testimonio, que es lo que reviste de credibilidad nuestro mensaje. Y no hay que tenerle miedo a ser contra-culturales en algunos aspectos. Lo fue también Jesús y lo han sido muchos santos en la historia de la Iglesia.

Tras una etapa de marcado protagonismo de los nuevos movimientos, ¿cree que vuelve a cobrar protagonismo la vida consagrada?

Yo creo que la vida consagrada no ha dejado nunca de asumir la misión que le corresponde: dar testimonio de la primacía absoluta de Dios y estar disponible para la misión de la Iglesia a través del servicio carismático de cada Instituto. Lo demás es secundario. A mí lo que me preocupa es mantenerme fiel a esta misión y vivir con gozo y fidelidad la vocación que tenemos como consagrados. Esto es lo que la comunidad cristiana nos ha de exigir a los religiosos y esto es lo que debe centrar nuestra preocupación y nuestro esfuerzo. Por lo demás, bienvenida sea la colaboración con los Movimientos y con todos aquellos que buscan testimoniar y anunciar el Evangelio. Digo más: bienvenida sea la colaboración generosa con todos quienes buscan transformar el mundo según el designio de Dios, aunque lo hagan movidos por otras Tradiciones religiosas o por distintas filosofías humanistas. Lo que hay que acentuar es la comunión y lo que hay promover son las sinergias.

¿Por qué le gustaría que le recordaran en su Congregación?

Por haber tratado, junto con mis hermanos, de mantener vivo el carisma misionero de San Antonio M. Claret al servicio de la Iglesia y del mundo.


Extraído de Mas de cerca     

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