El superávit, para los pobres

25 de septiembre de 2007
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Es el secretario general de Caritas más joven que hayatenido nunca la institución en sus 60 años deexistencia. Silverio Agea llegó al cargo con 28años y en él sigue, camino de su tercerareelección. Preparado, cercano, afable, respetuoso yplenamente vocacionado, este laico granadino casado se siente tan feliz con el trabajo que desempeña que hasta rechazóofertas laborales mucho más suculentas. Asegura que elrostro de la pobreza ha cambiado y pide al Gobierno que“dedique el superávit a los que menostienen”.

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Silverio Agea – Caritas

Estadístico de profesión, Silverio Ageacomenzó muy joven a conectar con Caritas y, de la mano delque después sería presidente nacional,José Sánchez Faba, se incorporó a laorganización en Granada, para convertirse pronto en susecretario. Y de Granada a Madrid, en el mismo cargo, pero a nivelnacional desde 1999. Y no le pesa ni el tiempo ni el trabajo.“Me sientorealizado y feliz. Esto es algo más que untrabajo. Es una opción de vida. Cobro por trabajar en elcorazón de la Iglesia”.

 Sólo echa de menos el tener que estar tanto tiempoen la oficina y, menos, a pie de obra. Porque, “cuando tocasde cerca a los pobres, no te acomodas y te tornas menosconsumista”.

 Al mismo tiempo es consciente de que estáliderando a la “joyade la Corona” de la Iglesia. Ytambién de lo que supone el reto de estar al frente de“una de las instituciones sociales más valoradas.Porque lo difícil es mantenerse ahí”.

 Recuerda el yalargo camino recorrido por Caritas. Desde el meroasistencialismo (“repartíamos la leche del planMarshall) hasta ahora, en que la organización combina laintervención, la asistencia, la promoción y hastala prevención.

 Con cifras que lucen más que el sol. Por ejemplo,la entidad cuenta con 6.000 Cáritas parroquiales, 60.000voluntarios (“una red que llega hasta donde no llega laCoca-Cola”) y unpresupuesto de 184 millones de euros (unos 30 milmillones de pesetas), el 60% del cual procede de donativos privados.

 La pujanza de la institución se percibe,según su secretario, incluso en que el 20% de su voluntariadoestá integrado por personas jóvenes,que son las que movilizan las campañas desensibilización o de deuda externa, por ejemplo.También tienen muchos jubilados y donde cuentan con menosvoluntarios es en la franja de los 40-50, “porque tienenmás ocupaciones y menos tiempo disponible”.

 ¡Algunos “pecados”tendrá la institución! Agea segura que“el mayor pecado de Caritas es su complejidad, que laconvierte en una instituciónpesada y lenta, porque hay que convencer a las 68 Caritasdiocesanas, respetando mucho los procesos que son muylargos”. Pero aún este pecado estructural, elsecretario lo convierte en virtud: “El proceso es lento, perorecoge todas las sensibilidades y, al final, alcanzamos modeloscompartidos por todos”.

 Otro reto en este camino de mejora de lainstitución es incorporar en sus procesos a losdestinatarios de su ayuda, a los más necesitados. “Los pobres tienen voz.No queremos sustituirlos. En todo caso, sólo queremos ser sualtavoz. Hay que incorporar a los pobres, para que colaboren a fondo yse sienten miembros de la organización de plenoderecho”.

 Silverio niegaque la institución sienta el aliento de los obispos en elcogote. “Durante todos estos años,nunca recibí una instrucción políticapor parte de los obispos para manejar a la organización.Siempre me han respetado un montón”.Quizás porque en Caritas siempre contaron con obispos muy“sensibles”. Desde el recordado monseñorOsés, hasta monseñor Echarren o sus actualesresponsables, monseñor Omella y monseñorMilián. De estos últimos, Agea subraya“su gran sensibilidad hacia los pobres y u enorme capacidadde dar cancha a los laicos”.

 El secretario de Caritas rompe incluso una lanza por el cardenal Cañizares,con el que coincidió en Granada. “Siempre semostró abierto a los temas sociales y siempre escucho misplanteamientos. Solía decir que atender a los másnecesitados pasaba por delante de la construcción de untemplo”.

 Unos pobres, cuyo rostro está cambiando enprofundidad en estos años, sobre todo a causa de la inmigración.“Los emigrantes no nos vienen a robar el trabajo. Vienen adar cariño a nuestros familiares. Hemos subcontratos ydejado en sus manos esta labor de cuidar y mimar a nuestrosniños y a nuestros ancianos”.

 De todas formas, Agea subraya con ardor que “pobre no es sólo elque no tiene dinero”. Y cita como ejemplos depobreza a los ancianos que están solos, a los enfermos deAlzheimer o a los enfermos mentales. “A todos ellos lostenemos hoy como trastos que arrinconamos”.

 En cuanto a las políticas sociales, a Agea no leduelen prendas a la hora de reconocer la buena labor del Gobiernosocialista en este ámbito.“Felicitamos al Gobierno por la ley de dependencia, porejemplo, pero queremos más, le pedimos más. Lepedimos que, junto a los pilares de la sanidad, educación ypensiones, se añada el pilar del bienestar social”.

Y más en concreto, el secretario general deCáritas pide “queel superávit se dedique a los que menos tienen”.Porque, aunque en estos momentos “no se pasa hambre enEspaña, sigue habiendo muchas chabolas y muchosguetos”.

Además del ámbito interno, Caritasespañola tiene un pié en el Tercer Mundo. Enmuchos países y en muchos programas. Y sobre todo, siempreque hay una catástrofe. Aún asíreconoce que se trata de un sector que “Caritas tiene quepriorizar todavía más”.

 Porque “el ideal de Caritas es desaparecer, pero nolo podremos hacer mientras haya pobres en el primer, en el segundo o enel tercer mundo”. Tanto aquí como allí,Caritas seguirá siendo, pues, el “ángelde la guarda” de los pobres. Y Silverio Agea, su abogadodefensor.

    

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