DESARROLLO: Cuestión de fe

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Entre 30 y 70 por ciento de la creciente infraestructura sanitaria en África pertenece a organizaciones religiosas, estimó la Organización Mundial de la Salud. Además, un tercio de todos los pacientes de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) del planeta son atendidos bajo los auspicios de la Iglesia Católica.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en colaboración con organizaciones musulmanas y cristianas, aumentó de apenas seis por ciento a 75 por ciento la tasa de inmunización de niños y niños menores de cinco años en Sierra Leona, país devastado por la guerra civil.

Y, según la Iniciativa de Liderazgo Budista, cerca de 30 por ciento de los monjes en China, Camboya y Laos han recibido capacitación sobre sida y VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida, causante de la enfermedad).

El arzobispo Celestino Migliore, representante del Vaticano en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señaló que la Iglesia Católica dirige más de 250.000 escuelas en todos los continentes, con 3,5 millones de maestros y 42 millones de estudiantes.

A pesar de las acusaciones de que algunos grupos propagan su religión a la vez que brindan servicios sociales y humanitarios, la mayoría de las organizaciones religiosas siguen logrando un gran impacto en todo el mundo.

Mientras el mundo sigue combatiendo la intolerancia, el analfabetismo, las enfermedades y la xenofobia, un grupo de más de 1.300 líderes religiosos, educadores, activistas y niños y niñas de 62 países reafirmaron el papel clave desempeñado por esas organizaciones en los esfuerzos por resolver los males políticos, sociales y económicos de nuestros tiempos.

«En un mundo de pluralidad, llamamos a todas las comunidades religiosas y espirituales a reconocer que ninguna religión es una isla», reza la Declaración de Hiroshima, adoptada al cierre de la reunión de tres días organizada por la Red Global de Religiones a favor de la Niñez (GNRC, por sus siglas en inglés).

La GNRC señaló que las organizaciones religiosas son actores únicos en la comunidad internacional. «Su presencia local y su jurisdicción amplia, aun en las partes más aisladas del mundo, le dan potencial para proveer asistencia en una escala verdaderamente global», indicó.

El reverendo Keishi Miyamoto, de la Fundación Arigatou, señaló: «Nuestro objetivo es servir de puente efectivo entre el sistema de la ONU y los líderes religiosos del mundo y sus comunidades de fe cuando se trata de la preocupación más compartida por toda la humanidad: la supervivencia y el bienestar de los niños y niñas».

La Fundación Arigatou auspició el tercer foro de la GNRC, celebrado hasta el 26 de mayo en la meridional ciudad japonesa de Hiroshima. En su Declaración, la GNRC propuso la celebración de un «Día Mundial de Oración y Acción por la Infancia», a celebrarse cada 20 de noviembre, en coincidencia con el Día Internacional de la Infancia.

Consultado sobre el papel que la religión y la educación ética pueden jugar para contribuir a la eliminación de conflictos, del racismo y de la xenofobia, el presidente de Soka Gakkai International, Daisaky Ikeda, señaló: «Yo creo que la misión central de la religión es sacar a luz las cualidades positivas de cada uno».

«La religión existe para fortalecer nuestros aspectos espirituales, para ayudarnos a convertirnos en verdaderamente humanos, para ayudar a los individuos a que sean más felices y a que las sociedades sean más pacíficas y armoniosas», añadió.

Sin embargo, a veces, más que la religión sirviendo a las necesidades humanas, son los seres humanos los que se convierten en siervos de las religiones, dijo Ikeda, quien preside esa organización no gubernamental con sede en Tokio y más de 12 millones de miembros en unos 190 países.

«Esto tiene que enderezarse, y aquí creo que tendríamos que recordar que los fundadores de todas los grandes credos compartían una preocupación común: liberar a las personas del sufrimiento y ayudarlos a ser felices», añadió.

Es trágico que la historia esté llena de tanta discriminación y de tantos conflictos peleados en nombre de la religión. «Pero, la mayoría de las veces, estos fueron de hecho conflictos políticos disfrazados de religiosos. Los intereses políticos usan las diferencias religiosas para sus propios fines. Esto tiene que terminar», sostuvo Ikeda, filósofo budista y activista por la paz.

En su opinión, la religión y la educación tienen un papel clave en el desarrollo de la sociedad. «Para decirlo de alguna manera, son como las dos ruedas de una carretilla. La fe religiosa sin educación siempre está en peligro de caer en el dogmatismo y el fanatismo», alertó.

Thalif Deen

    

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