Cuarta semana de adviento, Nochebuena y Navidad

19 de diciembre de 2006
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Domingo IV
(24 diciembre:NOCHEBUENA)

Hoy propongo al letor, y que él elija, varias posibilidades.

1.“Hoy sabréis todos vosotros que viene elSeñor, y mañana contemplaréis sugloria”. Mañana quedará borrada lamaldad de la tierra, y será nuestro rey el Salvador delmundo (cf. Dn 9, 24). “Romperá tu luz como laaurora, surgirá tu luz de las tinieblas, tu oscuridadserá mediodía” (Is 58, 8ª.10b).
Espabílate y ponte de pie, que el Señor te llevade la mano. Dios mismo te defiende.“¡Qué hermosos son sobre los montes lospies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, quepregona la victoria, que dice a tu ciudad: Ya reina Dios!”(Is 52, 7). El vigía me grita que ha visto ya cara a cara alSeñor y que viene ya. Que rompa a cantar porque llega,porque a la puerta está. Y que cante, porque elSeñor llega a consolar, y que en Él veremos todosla victoria de nuestro Dios (cf. Is 52, 2. 7-10).
Hubiera yo muerto para siempre, si Él no hubiera nacido. Unainacabable miseria se hubiera apoderado de mí, si no sehubiera llevado a cabo esta misericordia de nacer para nosotros. Nuncahubiera vuelto a la vida, si Él no hubiera venido alencuentro de mi muerte. Me hubiera derrumbado, si Él no mehubiera apoyado. Hubiera perecido, si Él no hubiera venido(cf. San Agustín). Sí, levantémonos,alcemos bien la cabeza, pues se acerca nuestra liberación.Mañana será el día de nuestrasalvación. Mañana quedará borrada lainiquidad de la tierra. Señor Jesús, mira nuestrapequeñez y prepáranos para que sepamos recibirte.“Apresúrate, Señor Jesús, yno tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperantodo de tu amor”.

2. Otra vezquisiera dialogar con María a escasa horas de que elNiño nazca.
¿Sabes, María? –le digo-, esteaño con mis manos quiero hacerte una casa diferente en laque quepan todos, todos mis vecinos. Ellos y yo, queremos que esta casadure para siempre. ¿Sabes?, queremos hacerla como la tuya,María. Porque tú misma eres la casa de Dios:santas tus paredes y horno de LUZ tu vientre, en el queJesús late como fruto de aquel“sí” que pronunciaste.
¡Ay, ay, ay! –muy humilde me respondes,María-. Pobre casa la mía en la que Dios vive;dulce libertad la suya que en mí quiso encerrarse.
¡Ay, ay, ay! –vuelvo a repetirte yo-. Nuestrosdías tan llenos de batallas; nuestros díasencadenados a violencias tan contrarias al pesebre de Luz en el queJesús nace. Es verdad, María: nos escondemos traslas paredes que construimos, para no ver pasar la vida a nuestro lado,tan ligera siempre y sonriente. No permitimos que el amor sea un cantode esperanza y la cuna esencia donde nazca Jesús en nuestrosuelo.
Hoy, sin embargo, con nuestras manos trenzadas y enlazadas,quisiéramos de verdad ser madre –comotú- de la Criatura que salvará al mundo.Desearíamos –como tú- fiarnos de Dioscompletamente, y decirle –también comotú- con entera confianza: “Cuenta conmigo, cuentacon nosotros”. Si así fuera, selograría que sucedieran cosas maravillosas entre nosotros,allí o aquí: siempre en donde cada uno viva.Así, el “nacimiento” que cadauno ponga este año en su casa será real ydefinitivo.

3. Apropósito del “nacimiento” que todosqueremos poner en nuestra casa, ¿me permitís queos cuenta una cosa? Pues veréis… Jesús Diosnunca entró en la inmensa, cara y desconcertante casa que lehicimos. Ha preferido recorrerse a cuerpo gentil los lugares de laciudad donde está la gente que no tiene casa o que, por milmotivos, han tenido que ausentarse de ella. Jesús“no tenía dónde reclinar lacabeza” y sin embargo está buscando casa, no paraÉl que le sobran todas, sino para aquellos que no la tienen.Y ¿sabéis otra cosa? Este año–como los anteriores y los que vendrán-Jesús mismo ha pegado su anuncio en mercados,cárceles, hospitales, esquinas, paredes y encrucijadas de laciudad: “Tendréis una sorpresa, porque hoy esNAVIDAD”.
Ha preguntado por las chicas y los chicos del SIDA, porque quiereencargarles –como a los ángeles de la primeraNavidad- que anuncien su venida. No trae alas para ellos, ni rayosláser para efectos especiales; pero no importa. YJesús mismo quiere ver cómo está elPortal y si han llegado ya los pastores. ¿Quequiénes van a ser hoy esos pastores? ¿Os loimagináis? Niños y adultos discapacitados;también, los que no tienen trabajo, enfermos incurables yotros parecidos. ¿Y podéis creerlo?Jesús se ha empeñado que su madre sea esteaño una austera anciana, abandonada, recogida en laResidencia de la esquina. Y Las ovejas, claro.¿Quiénes serán las ovejas?,me pregunto ya totalmente desconcertado. Jesús meresponde que todos los demás, es decir: nosotros,repitiéndome que a ver si somos dóciles ypermitimos que los pastores, que Él mismo ha elegido, nosguíen hasta el Portal…
¡Qué barbaridad!, Jesús mismo poniendosu propio “nacimiento”. Que no, no y no. Que nopodemos encerrar a Dios en el templo, porque su verdadero templo sonlos caminos que recorremos, las cosas que vivimos y las gentes queencontramos. Si en el Nacimiento de Jesús aprendemos estemensaje, nos sentiremos para siempre agradecidos y firmes enla convicción de que Dios y la vida que tenemos son para laternura, la misericordia, el perdón y la acogida de unos porotros.

4.¡Oh santa noche! Hoy Cristo nace en mísero portal.Podemos cantar que viene nuestro Señor, porque se hacompadecido de nosotros. Y porque Él viene,quedará borrada la maldad de la tierra.
Su cuerpo que en pajas yace, su llanto, su pobreza…pondrán paz en tanta guerra. Ha querido Dios someterse a labrevedad y debilidad de una vida como la nuestra, para experimentar laslimitaciones que las personas padecemos en esta tierra. EseNiño viene a vivir y descubrir cuáles sonnuestras grandezas y cuáles nuestras miserias.
Dios niño, vida mía, los habitantes del mundo sedsorprendieron al comprobar que te habías hecho tenpequeño. Y sin embargo, nacido pobre en un portal, lograsteque la misericordia y la fidelidad se encontraran, y empujasteeficazmente a la justicia y a la paz a que se abrazaran y besasen.
Que la compasión regrese al corazón humano, elgozo y la alegría también. Que tu nacimiento,Señor, traiga la paz a todos los habitantes de esta tierra.Y porque en la tierra vuelve a haber amor, que todos podamos ser tucuna. Que siempre estés naciendo en cada uno de nosotros.Que hoy mueran los odios. Que las ternuras regresen a la tierra yrecuperen su espacio perdido en nuestras vidas.. Que aquel queesté perdido o solo, sepa con certeza que Alguien que desdehace siglos le buscaba, hoy por fin ya lo ha encontrado.
Porque es Dios quien, Niño, / nació entre pajas,/ yo les juro que es hoy / la noche más santa, / la nochemás niña, / la noche más casta, /lanoche más bella, / la noche más alba”(Antonio Murciano). A Cristo, que por nosotros ha nacido, vayamos todosa adorarlo. Que dios nos bendiga y nos guarde; ilumine su rostro sobrenosotros y nos conceda su favor. Que Dios nos muestra su rostro y nosconceda la paz (cf. Nm 6, 24-26). 

NATIVIDAD delSeñor
(lunes, 25 diciembre)

“El ángel dijo a los pastores: Os anuncio una granalegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo”.Y preguntamos a los pastores a quién han visto; contadnosquién se ha aparecido hoy en la tierra. “Hemosvisto al recién nacido y a los coros de ángelesalabando al Señor”. Sí, en un barrio deeste suelo ha nacido Dios. Y nacerá donde haya uncorazón caliente. Nacerá en mí, encualquiera nacerá, si hay amor. Nacerá donde hayaverdadera comprensión. Ha bajado del cielo unrocío bienhechor, que trae nueva vida al mundo pecador.
No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida.Nadie tiene que sentirse alejado de la participación desemejante gozo, a todos es común la razón para laalegría: porque el Señor, destructor del pecado yde la muerte, ha venido para liberarnos a todos. Alegrémonosy animémonos, porque se ha acercado la victoria, se nosinvita al perdón, se nos llama a la vida.”Gloria aDios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama elSeñor”. Que se alegre la pequeñezhumana ante la obra de la misericordia que la convierte ennueva creatura, nueva creación (sanLeón Magno).
Dios ha nacido sobre un pesebre. Hoy mueren los odios y nacen lasternuras. El cielo ya no está solo, la tierra ya noestá a oscuras.
La bondad, la ternura, la caricia, la brisa, las lágrimas,la lluvia mansa: cosas débiles todas ellas, sin importancia;pero en ellas, Dios de nuestra vida, te muestras y entregas paranosotros. “Ha aparecido la bondad de Dios y su amor a loshombres” (Tito 3, 4). En el Niño que ha nacido tevemos, buen Dios; en él descubrimos todo tu misterio.¡Cuánta bondad y cuánto amor!¡Qué intensidad de ternura! Cuántoperdón y paciencia experimentamos y aprendemos.Qué finura de amistad sentimos. Nos haces entender, Diosniño, que lo fuerte y más bello estáen el amor y la bondad, que no hay nada más consistente quevivir y morir por los demás, que no hay nada máshermoso que hacer de la vida un poema de tu AMOR.     

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