Crecemos, pero ¿quién lo nota?

30 de mayo de 2007
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El mejor año económico de la democracia”. Así definió 2006 Zapatero en su informe ante los principales accionistas en la Bolsa de Madrid. El presidente desplegó datos que para algunos foros hacen pensar en un “milagro” económico español: empresas que encadenan beneficios y crecimiento sostenido del PIB. Pero la situación tiene poco de milagrosa para la mayoría de la población, que ve dispararse su endeudamiento y precarizarse sus condiciones de vida. DIAGONAL se acerca a las contradictorias reglas que sostienen la economía española.

(JPG)Tras una década con unas tasas de crecimiento económico que asombraban al resto de países europeos, y después de ver que algunas empresas españolas (BSCH, Repsol, Telefónica, etc.) se han “tragado” multitud de empresas de otros países, nos podemos preguntar: ¿cuándo tanta bonanza económica va a llegar a nuestros bolsillos? Lejos de atar a los perros con longaniza, nos encontramos con que la ciudadanía cada vez tiene que apretarse más el cinturón, los jóvenes ven imposible la idea de emanciparse por falta de recursos hasta que prácticamente dejan de ser jóvenes, y los matrimonios son reacios a tener hijos hasta casi los 40.

En adición a esto, vemos que cada vez más a menudo aparecen bancos que están deseando prestarnos grandes cantidades de dinero en 24 horas y sin hacer preguntas; al 25% de interés, eso sí.

Lo sorprendente es que para algunas personas sea la solución menos mala. Bien mirado, no es tan extraño si tenemos en cuenta la contención salarial que vino pareja al “España va bien”, los desorbitados precios de la vivienda (que también han provocado el asombro en toda Europa) y la carestía de la vida (con mayúsculas desde la llegada del euro). ¿Qué indican los indicadores? Si tan bien va la economía española, ¿cómo puede suceder esto? La respuesta es sencilla: el crecimiento económico mide el incremento en el valor de los bienes y servicios producidos en un país.

Ante los históricos beneficios de las empresas (basados en la contención salarial) y la escalada de precios, sobre todo en vivienda, el PIB necesariamente tiene que reflejar un notable incremento. Dicho de otro modo, nuestro modelo de crecimiento se ha sustentado en salarios bajos y precios altos, para que las empresas hayan podido obtener grandes beneficios, que se han visto traducidos en un incremento del PIB.

España va bien. “¿Para quién?”, podríamos preguntarnos. La economía crece, en el extranjero se refieren a las empresas nacionales como “la nueva armada española”, y la revista Forbes nos incluye en la lista de países con mayor número de ricos; pero lo cierto es que los empleos son cada vez peores, los salarios han ido perdiendo poder adquisitivo hasta situarse en su nivel más bajo desde hace diez años, y nos vemos condenados a una especie de cadena perpetua: encadenados a nuestra hipoteca de por vida. Así, podemos ver que las grandes fortunas de nuestro país se han construido sobre la base del relativo empobrecimiento de los demás. Y es que España sigue siendo diferente.