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Comisión Ética frente a la Impunidad de los crímenes de Estado en Colombia: Verdad, justicia y reparación

Beatriz Tostado - Alandar -
“En Colombia, el Estado está en connivencia con los autores del crimen, y la respuesta es la impunidad”. Con estas duras palabras abría José Antonio Gimbernat, presidente de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, la Comisión Ética frente a la Impunidad de los crímenes de Estado en Colombia celebrada a inicios del verano en Madrid, que se inspira en la Comisión Ética contra la Tortura de Chile.

(JPG) Los terribles crímenes de lesa humanidad que se vienen sucediendo en Colombia desde hace décadas, que incluyen masacres, desapariciones forzadas, asesinatos, torturas, desplazamientos y actos de genocidio, amparados o posibles por la impunidad de que gozan los culpables y por los mecanismos institucionales y extralegales de encubrimiento, son puestos sobre la mesa. Más de doscientas treinta organizaciones de las víctimas de esta violencia “ejercida con el poder del Estado” han decidido emprender unidas una larga y dura lucha “por la verdad, la justicia y la reparación”. Y con tales objetivos nace esta comisión, del trabajo del Movimiento Nacional de Víctimas, que va de la mano de la mano de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz de Colombia (CIJYP) y de la Red de Alternativas a la Impunidad y a la Globalización; tarea que se inició en Cacarica (Colombia) en 2002 y que ha ido continuando con diferentes intercambios de experiencias.

“Democracia cimentada en la destrucción”

Así describe Danilo Rueda, miembro de la Comisión de Justicia y Paz de Colombia, el Estado colombiano que, sobre todo desde que Uribe está en el poder, pero antes también, está caracterizado por “militarización del alma y muerte de sueños: legalización de la ilegalidad; terror institucional; falsa estrategia contrainsurgente; ascenso de militares de estrategias paramilitares; ascenso de políticos que se beneficiaron de los paramilitares; la inacción del aparato judicial; represión; ex presidentes y multinacionales favorecidos por esta situación; y la impunidad”.

La arbitrariedad, los abusos y el terror los están sembrando ahora los Águilas Negras (versión moderna de las Autodefensas Unidas de Colombia y otros nombres que se han venido dando a los paramilitares), los paras de hoy en día, que “cometen los mismos crímenes” y ejercen el “mismo control político”, tomando y “protegiendo territorios e impidiendo acceder a ellas a sus residentes y propietarios (campesinos, afros…)”.

Con estos ingredientes el plato de los últimos años es amargo. 41.000 crímenes de lesa humanidad; más de 20.000 personas torturadas y desaparecidas en fosas comunes; 8.000 casos de desapariciones forzadas; tres millones de colombianos desplazados en diez años.

Hasta el momento, además, los pasos dados por las autoridades colombianas parece que han sido más bien un lavado de cara ante la opinión pública internacional y no pasos en pos de las justicias. Como ejemplo está la (mal) llamada Ley de Justicia y Paz que, en palabras de los miembros de la CIJYP, “reunía en las mismas granjas a víctimas (desplazados) y victimarios” sin ningún otro tipo de acción”, unido esto al “engaño” de la Comisión Internacional de Reconciliación y Reparación, que “no ha contado con las víctimas” y ha supuesto, además “perdón con olvido”.

Pues bien, ante esto, los colombianos tienen y quieren esperanza.

La esperanza y la memoria

Y la esperanza, entre otros lugares, está en esta Comisión Ética, para que al menos quede la memoria, y para que dentro de algunos años pueda establecerse una Comisión de la Verdad en la propia Colombia. ¿Los objetivos y las acciones? “Salvaguardar la memoria de las víctimas, testimonios, pruebas judiciales; afirmar el derecho de los pueblos y comunidades sobre la protección de sus territorios; apoyar las luchas de las comunidades; construir espacios de memoria y proteger la verdad”. Que el olvido no engulla la memoria. Y que por la memoria llegue algún día la justicia.

¿Qué hacer? Los miembros de esta Comisión Ética dan algunas pistas. “Boicot a productos de empresas que trabajen donde los paramilitares”, “luchar contra la impunidad y los asesinos, y difundir y guardar el testimonio de un pueblo” y “proteger la memoria”. Nada ha de romper jamás la esperanza.

Visita a fosas comunes

Cráneos con agujeros de bala en fosas comunes con restos de asesinados; antigua sede de paramilitares (donde habían asesinado a miles de personas); monumento de honra en lugares de masacres y sentido homenaje a quienes se tragó la represión y la impunidad; encuentro, sobrecogedor, con los sobrevivientes, los resucitados, los testigos de actos de paramilitares y de desapariciones. Y pruebas y recabar pruebas y guardarlas para que no se pierdan y para ser enseñadas. Esto fue lo que realizaron un grupo de miembros de la red de Alternativas a la Impunidad y a la Globalización, tal y como lo explicaba Alberto Giráldez, que visitaron, en febrero, algunos lugares que han sufrido y llevan años sufriendo la represión.

Un acto más de refuerzo de estas redes que han dado como fruto esta comisión, tejida por la sociedad civil (las sociedades civiles) que luchan de una manera pacífica, noviolenta, contra la injusticia, en este caso contra la iniquidad y la infamia que nacen del ser y del actuar del Estado y de los gobernantes.

“Democracias de baja intensidad fundadas en el olvido y la desmemoria”

Esta es la regla general en toda América Latina de acuerdo con Enrique Núñez, de la Comisión Ética contra la Tortura de Chile, quien recuerda que “Pinochet se murió en la impunidad que reina en toda América”; Arbitrariedad de la que “se lucran empresas nacionales y transnacionales”, recuerda, que en este caso “se lucran de la sangre del pueblo colombiano”. Conclusión, “no aceptemos negocios con manos manchadas de sangre”.

¿Y los medios? Aquí los llaman grupos defensores de la libertad; allí les da la risa si se relaciona a la mayoría de los grandes medios convencionales con asuntos tan serios como los derechos humanos o las libertades. ¿Cómo? Sí, eso es lo que dice el periodista José Manuel Martín Medem, gran conocedor de la América en general y de Colombia en particular. “Los medios colombianos callan y son cómplices del Estado”.

Y en esos tejemanejes entra también PRISA, cuyos negocios tienen cada vez más espacio y que se benefician de sus avenencias con las autoridades colombianas; “Colombia es la plataforma de PRISA en América Latina”. Y una constatación; con todo, afortunadamente, “no han conseguido envenenar a la opinión pública española”, aunque mayoritariamente “hay poco conocimiento, no poca sensibilidad”.

Y un reto, la radio y la televisión pública “necesitan buena información de América Latina”.     
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